Hay cosas que una no elige.
Como el amor profundo.
Como la pérdida.
Como despertar un día y no saber quién eres sin esa otra persona respirando en tu mundo.
I’m a widow. I won’t bother to explain how weird it was to admit that when I had just turned 30.
I won’t bother to admit that I forget that’s the word for the cards the universe has dealt to me.
y no solo eso.
Soy también la que se negó a quedarse en la forma que el dolor intentó darle.
La que viaja con la pena en la mochila, pero con el alma abierta al sol.
Me fui no para escapar, sino para romper el espejo con el que el mundo insistía en mirarme:
la mujer rota, la historia trágica, la que se supone que ya no ríe tan fuerte.
Pero yo sí río.
Lloro también.
Me levanto y me hundo en la misma semana, a veces en el mismo día.
Y estoy aprendiendo que todo eso también es estar viva.
Todo lo que he soltado lleva mis marcas. Mis uñas. Mis lágrimas. Mi resistencia.
Porque dejar ir no me sale fácil.
Nada se me ha caído suavemente de las manos;
todo ha tenido que irse mientras yo aún lo abrazaba fuerte.
De vuelta a Miso nació como un susurro en medio del grito.
Como un altar que construyo mientras sigo deshaciéndome.
Es mi intento honesto de volver a mí:
sin negar el duelo, sin quedarme pegada a él.
Vivir una vida más grande que el dolor, pero que no lo niega.
Una vida con propósito, con belleza, y con espacio para seguir reescribiéndome.
Usamos cookies para analizar el tráfico del sitio web y optimizar tu experiencia en el sitio. Al aceptar nuestro uso de cookies, tus datos se agruparán con los datos de todos los demás usuarios.